Palacio Rex
Avenida 18 de Julio esquina Julio Herrera y Obes
Fotografía: Felipe Restrepo Acosta
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"Ella (Esther Correch de Cáceres) y Alfredo Cáceres apoyaron e impulsaron la carrera de
artistas y escritores. Su hogar fue punto de encuentro para realizar reuniones
y tertulias a las que asistían los más destacados intelectuales de la época.
[…]
El matrimonio Cáceres se mudó en 1938 al último piso del
edificio Rex, ubicado en Avda. 18 de Julio esquina Julio Herrera y Obes,
coronado por una cúpula de tipo bizantino, que la destaca entre las
construcciones de nuestra principal avenida. Ese hogar fue centro de reunión
para intelectuales, escritores, poetas y artistas. Se realizaban allí
frecuentes tertulias de las que participaban Francisco (Paco) Espínola, Adolfo
Pastor, Carmelo de Arzadum, Amalia Nieto y su pareja Felisberto Hernández,
entre otros. Se debatían temas de vanguardismo literario, de filosofía, arte,
literatura, política y religión. Entre su círculo de amistades se contaron
Rafael Dieste (en cuya casa de La Coruña falleció cuando le hacía una visita en
1971), Carlos Vaz Ferreira, Jules Supervielle, Susana Soca Blanco-Acevedo (hija
de Francisco Soca Barreto y Luisa Blanco Acevedo, hermana de Eduardo Blanco
Acevedo, destacado cirujano y primer Ministro de Salud Pública en 1934); Juan
Parra del Riego, Giselda Zani, Enrique Casaravilla Lemos y Joaquín Torres
García, entre otros.
Mantuvo una gran amistad con Juana de Ibarbourou, a quien en
1956 frente a una aguda crisis de salud, recomendó la atención médica con su
cuñado psiquiatra, el Dr. Gonzalo Cáceres, quien fuera fundamental en su
recuperación en su adicción a la morfina.
Esther de Cáceres divulgó ampliamente los planteos estéticos
de su amigo Joaquín Torres García, mediante ensayos y conferencias; fue miembro
fundacional y directora del Taller Torres García, integró varios círculos
culturales, como la Asociación de Amigos de León Bloy y el Centro Jacques
Maritain, entre otros. De ella ha dicho Jorge Ruffinelli: Esther de Cáceres perteneció a la generación modulada por amigos y
discípulos de Eduardo Dieste y el Grupo Teseo, creado hacia 1924 y mantenido
incluso como una curiosa vinculación en nuestra historia, entre poesía y arte,
teatro y pintura, en búsqueda de un horizonte estético mayor que englobara
todas las manifestaciones del espíritu.”
Siendo durante su juventud próxima en su pensamiento al
anarquismo y al Partido Socialista, su religiosidad y búsqueda espiritual
estuvo siempre presente en su vida y su poesía. Así fue que al conocer el
humanismo cristiano de Jacques Maritain, encontró el sentido que unía su fe
religiosa, su filosofía y sus ideas políticas. Conoció a Jacques Maritain en
Francia y promovió sus ideas en Uruguay, comenzando la militancia en la Unión
Cívica, un partido político fundado en 1910 por Dardo Regules, Joaquín Seco
Illa y Juan Zorrilla de San Martín, que con el correr de los años daría origen
al Partido Demócrata Cristiano, aunque renacería luego otra vez como Unión
Cívica, participando en las conversaciones del Parque Hotel y del Club Naval, a
la salida de la dictadura cívico militar 1973-1985.
El catolicismo que practicaba Esther de Cáceres era de
acento intelectual, libre de beatería, como ha expresado Carlos Real de Azúa.
La promoción de las ideas de Maritain que realizó Esther de Cáceres, puso en contacto
a una generación de intelectuales uruguayos con esa filosofía política de
inspiración cristiana, un nexo entre fe, ciencia, filosofía, política y arte.
Una ideología que estaba en sintonía con la búsqueda de soporte espiritual para
los intelectuales de su época.
Ha escrito Esther de Cáceres: Mi poesía debe lo mejor de sí
a los ejemplos de mis más amados creadores y de mis más escuchados músicos:
Bach, Beethoven… los cantos gregorianos. Y mi ideología con respecto a lo
filosófico, lo social y lo político, es absolutamente fiel a la doctrina
maritainista.
[…]
Los martes se juntaban a leer los Evangelios y a conversar.
Muchas veces fui a esa lectura de los evangelios con personas como Paco.
Esther… había también una escultora que era muy amiga de Esther que se llamaba
Carla Witte, alemana de origen. Se leían los evangelios y después se
comentaban. Yo no hablaba nada porque me consideraba una ignorante al lado de
todas esas personas de tanta valía.
[…]
Siempre estaban Paco Espínola, Esther, [Vicente] Basso
Maglio (el poeta sobre el que Esther escribió un trabajo muy importante), Ramón
Rodríguez. De pronto el evangelio daba lugar a una conversación más social,
política, más socialista, y ahí se daban discusiones muy interesantes.”
Palacio Rex, 1930
Avenida 18 de Julio esquina Julio Herrera y Obes
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